La diplomatura que se presenta en esta oportunidad, está dedicada a la Interculturalidad y Educación, que en el marco de la crisis profunda que instaló en modelo neoliberal
de los años noventa, plantea una reestructuración que alcanza la totalidad de las
esferas y los órdenes institucionales con el objetivo de instalar una sociedad más justa
en el ejercicio pleno de derechos.
En este marco, el sistema educativo sufre unas modificaciones sustanciales y profundas en lo referente a estructura y concepciones filosóficas y políticas. Una de las más
importantes es la de otorgar al protagonista del hecho educativo status de sujeto de
derecho. Derivado de este reconocimiento se instala, con peso propio, la necesidad de
reconocer la existencia de la diversidad y la atención a la misma. Dentro de este postulado, por primera vez en la historia del sistema educativo, aparece como uno de sus
ejes la educación intercultural.
A partir de la sanción de la Ley de Educación 13.688, en el sistema educativo bonaerense se plantea un cambio de paradigma y de concepción sobre los alcances del hecho
educativo, de las formas de enseñar y de aprender y de la conceptualización de los sujetos que intervienen en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
El principio de Educación Común cambia sustancialmente el enfoque de hecho educativo al reconocer el carácter de derecho de la educación con la consiguiente obligación
del acceso a la misma de todas las personas, sin distinción de ninguna índole.
En este marco, es el Estado quien debe constituirse como garante de este Derecho
inherente a la condición de sujeto derivada de la posibilidad de educabilidad que se les
reconoce a todos los actores sociales con respeto de su cultura de origen, la cual se
convertirá en la base desde la cual se pueden construir nuevas cosmovisiones.
En el marco de estas decisiones políticas es que la interculturalidad toma un rol
fundamental a la hora de diseñar propuestas de enseñanza y aprendizaje que partan de
la concepción de la educabilidad como característica común a todos los hombres, quienes se constituyen como actores sociales en el marco de coordenadas tempo-espaciales que permiten la construcción conjunta de bienes culturales propiamente dichos, los
cuales difunden distintas interpretaciones del mundo y del otro. Reconocer la existencia de la interculturalidad implica, necesariamente, para operar en ella, prestar atención a la diversidad.
La conceptualización del otro como sujeto tiene implicancias directas en los modos
en los que se diseñan las propuestas pedagógico-didácticas que la escuela debe llevar
adelante en un contexto propio de la modernidad líquida caracterizado por los cambios
vertiginosos ligados a la era de la información y la comunicación, así como la construcción de competencias en reemplazo de las viejas calificaciones profesionales.